La región de Aysén es un territorio aún en exploración y colonización entrado el siglo XXI. Con una superficie de 106.990,9 kms. cuadrados -incluso superando dimensiones de naciones europeas como Portugal, Austria o Suiza- tiene la paradoja de ser la región de Chile con menos habitantes y una densidad de 0,96 habitantes por kilómetro cuadrado, de acuerdo a datos del censo de 2017.
Desde la época de la colonia española, Aysén estuvo totalmente abandonada y fueron pocas las ocasiones que abrieron el apetito de los exploradores del nuevo mundo. Recién a mediados del siglo XIX la República de Chile demostró interés en ocupar sus tierras cuando en 1857 la Marina de Chile efectuó una expedición, alarmada por el conocimiento que tenía de distintas expediciones científicas de países europeos que ya estaban echándole un ojo a la atractiva Patagonia.
A continuación Grupo Diario Sur enumerará a los distintos aventureros que quisieron explorar sus costas y sus tierras.
ÉPOCA DE DESCUBRIMIENTOS
El primer europeo en surcar la costa de la futura región de Aysén fue el marino Hernando de Magallanes en diciembre de 1520, días después de descubrir el estrecho que hoy lleva su nombre, una gesta que este 2020 cumplió 500 años. El portugués, al servicio de la corona española, se encontró con una costa desmembrada y de altísimos cerros. Magallanes bautizó la región como Tierras de diciembre. Se cree que el célebre marino navegó las aguas de la península Tres Montes, una proyección suroeste de la Península de Taitao.
Estos exploradores no bajaron a tierra, pues venían de soportar la deserción del buque que transportaba víveres, rebeliones y la enfermedad de gran parte de su tripulación.
La segunda expedición hispánica fue la realizada por Francisco de Ulloa en 1553 por encargo del Gobernador de Chile Pedro de Valdivia. Esta expedición fue la primera que tocó tierra en la región, llegando hasta la península de Taitao.
Ulloa fue el primer explorador español en reconocer las costas del sur de Chile y demostró que era posible la navegación del estrecho de Magallanes en sentido opuesto a la navegación efectuada por Hernando de Magallanes.
LA CIUDAD DE LOS CÉSARES
En la época colonial surgió el fuerte rumor de la existencia de la Ciudad de Los Césares, una ciudad fantástica que estaría repleta de oro, tal como el Imperio Azteca o el Imperio Inca. Fueron varios los españoles que navegaron más allá de la isla de Chiloé para encontrar la mítica ciudad, pero nadie tuvo éxito.
Los relatos fantásticos de la existencia de la ciudad hacían volar la imaginación y acuñar en el corazón la ambición por el oro y riquezas inimaginables. Aunque las leyendas la ubicaban en la Patagonia argentina o en la chilena, entre los variados comentarios hablaban que la Ciudad de los Césares estaba en Trapananda (la Patagonia de Chile) como la había bautizado Magallanes.
LLEGAN LOS CHILOTES
Muchos se arriesgan a decir con total seguridad que los verdaderos colonizadores de la zona de Aysén fueron aventureros que llegaron desde la isla de Chiloé.
Se cree que desde la época de la Colonia y posterior a ella hubo pescadores y campesinos de Chiloé que navegaron la costa aysenina, especialmente en las cercanías de las islas Guaitecas. Estos hombres vivían de la caza de lobos marinos y nutrias e instalaban campamentos en la zona por un tiempo largo antes de volver a su isla.
Otros chilotes se aventuraron a explorar la costa e interior ayseninos atraídos por los cipreses, ya que su madera era muy cotizada para la construcción de viviendas. Estos aventureros exploraron las Guaitecas y llegaron hasta Melinka, el primer asentamiento permanente de Aysén, fundado en 1859 en la isla Ascensión que es parte del Archipiélago de las Guaitecas.
El gran impulsor del asentamiento de Melinka fue el colono y empresario alemán Felipe Westhoff, quien procedía de la actual Lituania y se instaló en las Guaitecas desde 1859 en adelante, cuando el archipiélago pertenecía a la antigua provincia de Chiloé. Westhoff, junto a varios chilotes, levantaron el pueblo y comenzaron a explotar la madera de ciprés y a buscar oro, posteriormente el colono alemán se trasladó junto a su hermana Melinka -de ahí el nombre del pueblo- a Valdivia para descansar de su ajetreada vida de aventurero y empresario. Moriría en la ciudad del Calle Calle el 3 de enero de 1879.
Antes de que se asentara Westhoff, el sector era conocido como Puerto Arena y era frecuentado por balleneros. Melinka se convirtió en cabecera de la subdelegación marítima del archipiélago de las Guaitecas el 21 de agosto de 1865.
Pero la región de Trapananda maravillaba a los ojos europeos, en especial del Imperio Británico que organizó expediciones para explorar, según ellos, con intenciones científicas en las que participó el afamado naturalista Charles Darwin. Eso también incentivó el recelo de Chile que también organizó sus propias expediciones, las que analizaremos en la segunda parte de esta serie.
VER PARTE 2:
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