Caleta Tortel cumple sus 69 años este 25 de mayo desde su fundación y desde entonces hasta ahora se ha transformado en un destino turístico de clase mundial para la Región de Aysén.
Uno de los aspectos que llaman la atención de la comuna son sus pasarelas de madera, estructuras que reemplazan a las tradicionales calles. Dichas estructuras, dignas de las postales de la caleta, se van reemplazando o reparando periódicamente, trabajo en el que se vio involucrado hasta hace unos años el príncipe de Gales.
Fue en el año 2000 que William, actual heredero al trono del Reino Unido, fue parte de la llamada Expedición Raleigh, una experiencia de voluntariado internacional para jóvenes de entre 17 a 24 años. El príncipe vivió por espacio de dos meses en Caleta Tortel dedicado a enseñar inglés a niñas y niños del pueblo y reparar las famosas pasarelas de la localidad y viviendo como un patagón más, en una cabaña con lo necesario para vivir y equipada con una cocina a leña.
La familia real no pasaba su mejor momento en el año 2000. En 1997 William y su hermano Harry vivieron la experiencia de perder a su madre la princesa Diana en un accidente que fue motivo de cobertura mediática a lo largo del mundo.
La corona británica no resultaba popular a los ojos de la gente y William, tras graduarse de la prestigiosa escuela Eton y antes de ingresar a la universidad, decidió tomarse un año sabático para, en palabras suyas y de su padre, “fortalecer el carácter”.
Tras realizar un curso de supervivencia en Belice se sumó a la expedición Raleigh, donde ejerció como voluntario y el destino fue la Patagonia aysenina.
La estadía de William duró un total de 10 semanas y compartió con otros 102 jóvenes voluntarios que llegaron a trabajar en Aysén. El grupo pasó primero por Coyhaique donde, según algunos dicen, el príncipe William compró artesanía en la feria que está al frente de la Plaza de Armas.
Posteriormente el grupo siguió a la Patagonia profunda, siguiendo por el río Baker hacia Caleta Tortel. Ahí William realizó actividades que iban desde la práctica de kayak en el mar a diversos campamentos en rocas o playas, cocinar, limpiar baños, cortar leña, amasar pan, enseñar inglés a niños de una escuela rural y hasta jugar con ellos.
Pese a esta “libertad”, William estuvo acompañado de guardias de seguridad. No estaba permitido sacarse fotos con él y ellos le sacaban fotografías a la agencia AP, casi como una concesión entre la familia real británica y la prensa.
El príncipe se levantaba a las 6 AM, hacía fuego en la cocina y se dedicaba a hacer sus actividades. Uno de los trabajos duros que tuvo que realizar William fue la reparación de las pasarelas y el miembro de la familia real británica se vio cargando enormes postes o martillando los troncos con un combo. Varias de esas imágenes fueron difundidas por la agencia AP donde se le vio vivir sin privilegios y alejado a las regalías que usualmente disfruta un miembro de la familia real.
Según una crónica del diario La Tercera, un obrero de Tortel dijo que William ayudó a reparar 65 metros de pasarelas, de 1.30 metros de ancho. “Trabajábamos pisando barro y piedras. También hombreaba madera, llevaba tablones y rollizos, que pesaban entre 60 y 80 kilos. Nunca lo escuché quejarse”, dijo este hombre. También dijo era común verle hablar en correcto español y ser “bien amistoso y conversador”.
Otro testimonio sobre la vida del príncipe en Tortel fue la que entregó a La Tercera el ex alcalde de Tortel Bernardo López, que en esos años ejercía de guardaparques.
López dijo que William estuvo tres veces en su casa para que le enseñaran a hacer pan amasado y que le quedó muy rico.
También el miembro de la familia real británica se dedicó a hacer trekking e investigar sobre la vida marítima de la zona. Tuvo que viajar en un bote inflable para ayudar a científicos chilenos y británicos a analizar la biodiversidad del lugar.
Cuando William dejó Tortel, en un par de semanas llegó al mismo lugar una joven inglesa que no era nada de conocida, se llamaba Kate Midletton.
Kate y William se conocieron en 2001. El príncipe se matriculó en la Universidad Saint Andrews como estudiante de Historia del Arte y coincidió con la que sería su actual esposa. En la convivencia diaria se dieron cuenta que vivieron la misma expedición Raleigh, pero con semanas de diferencia, y tal vez Tortel sirvió para que hubiese una conexión romántica entre ambos.
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